Caminos opuestos


Observando la plaza de armas de Lima,
Sentado en las mismas gradas donde siempre solía estar, dónde meditaba y disfrutaba mi estancia en este cuerpo, que tan solo luces reflejaban.

Nada me esperaba en aquel entonces, tan solo era mi presencia aquí, allá y bajo el techo de mi hogar. Un hogar solitario pero lleno de mí, dónde solía sonreír y llorar sin más rendir cuentas a nadie.

Sentado aquí en estas gradas delante de la catedral, me hacen recordar que fue posible en algún tiempo de mi vida conectar con todo lo que me rodeaba y a la vez tener un lugar donde podría conversar conmigo mismo. 

Eran tiempos donde podía decidir un destino, aunque aún era demasiado atraído a la noches y amistades bohemias, que por defecto mi destino se veía comprometido.

Ahora observando las estructuras colosales de la catedral, me queda aún un pequeño sentimiento que está vivo, lleno de vida, con un poder que es capaz de renacer aquel tiempo. 

Sintiendo el viento, que me deja aquel aroma que ya no me permitía deleitar de todas las formas.

No sé si es la luna allá arriba o mis ganas de contemplarme nuevamente, deseando una vez vez más cambiar la dirección opuesta de mi camino.





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